sábado, 5 de julio de 2008

El tren en llamas

El tren en llamas

Cuento de Héctor Amarante

Los caminos subterráneos del sistema del subway de Nueva York son casi imposibles de conocer por el gran público, y sólo los conocen algunos maquinistas o conductores que por ellos transitan a diario; otros que conocen un poco son aquellos que se asoman al primer vagón de la línea en que se transportan para echar un “miradita a los rieles”. Esas rutas son los túneles por donde corren los diversos trenes.
Hay zonas que entristecen los trenes, los de cualquier ruta, por ejemplo, aquellas adonde murieron docenas de hombres mientras se construían las diferentes vías. Hay otras que cargan los trenes de luz, de calor, hasta hacer que algunos vagones, y a veces todo el tren, se encienda.
Cuando Lisandro Maco vio a las tres de la madrugada del día 26 de marzo de 1982, ese tren convertido en una sola bola de fuego, entonces supo era verdad que debajo de Manhattan, justo en la ruta del tren B hacia Brooklyn, en el espacio de la estación de la 4 west, existe el volcán Manhattano, que sólo hace erupción dos veces por milenio, y a la misma hora, encendiendo a ese mítico tren B.

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